Atender la crisis del coronavirus, los problemas por la desigualdad racial y restablecer las relaciones con otras naciones serán algunas de las dificultades que deberá enfrentar el nuevo presidente de los Estados Unidos. En el fondo, estamos frente a un reto de comunicación asertiva que genere confianza en el otro 50% de los Estados Unidos que votó por la continuidad de Trump.
Este 20 de enero Joe Biden y su vicepresidenta Kamala Harris asumieron la dirección de la Casa Blanca, después de unas polémicas elecciones. El presidente electo deberá enfrentar grandes retos como la atención al coronavirus, luchar contra los desórdenes sociales por desigualdad racial, restablecer o mejorar las relaciones con otras naciones, y fortalecer las políticas de salud, entre otras dificultades.
El covid-19 será, sin lugar a dudas, uno de los principales retos para Joe Biden, pues generó una crisis que impacta al país –y al mundo– en el ámbito económico, político y social de forma transversal. La lucha contra el nuevo coronavirus fue una de las banderas de su campaña electoral y ahora deberá trabajar para materializar las iniciativas que promovió durante la contienda. Algunas de ellas son la creación de un programa nacional de test que permita ofrecer pruebas gratuitas para toda la población, la creación de al menos diez centros de diagnóstico en los 50 estados del país y la contratación de 100.000 personas para establecer un programa nacional de rastreo.
La pandemia no será el único reto del presidente electo en esta materia. Aunque el covid-19 hizo aún más notorias las brechas que existen en el acceso a los sistemas de salud de Estados Unidos, la problemática se remonta a meses y años anteriores. En marzo, por ejemplo, cuando la crisis sanitaria apenas estaba cogiendo fuerza en el país, el 8,5 por ciento de los estadounidenses, es decir unos 27 millones de personas, no tenía acceso al sistema de salud.
Esta realidad llevó a Joe Biden a anunciar labores para reforzar actividades relacionadas a la Ley de Cuidado de Salud a Bajo Costo, también conocida como ‘Obamacare’. La Ley está compuesta por tres grandes objetivos y tiene como propósito hacer que el seguro sea más accesible, apoyar métodos innovadores para la prestación de atención que reduzcan los costos del cuidado médico, y expandir la cobertura de ‘Medicaid’, programa que busca beneficiar a la población mayor de Estados Unidos.
Por último, en relación a la salud, Joe Biden deberá fortalecer la confianza de la población frente a la ciencia y sus avances. En plena pandemia, los movimientos antivacunas toman cada vez más fuerza y según el Centro para Contrarrestar el Odio Digital (CCDH), los ‘anti-vaxxers’ o antivacunas constituyen una masa de 58 millones de personas en las redes sociales.
Racismo y aparente abuso de poder
La segregación racial que invade a Estados Unidos desde hace décadas ha llevado a la creación de movimientos políticos y sociales como el Black Lives Matter, que busca contrarrestar las prácticas y actos racistas en el país. El movimiento, que también pretende frenar el aparente abuso policial y la violencia por motivos raciales en contra de los afroamericanos, tomó aún más fuerza en mayo de 2020, después de que Derek Chauvin, un expolicía de Minneapolis, asfixiara a George Floyd.
Desde su asesinato se han presentado al menos 7.750 protestas asociadas al Black Lives Matter en 2.000 localidades de los 50 estados del país y en el distrito de Columbia, de acuerdo con un recuento realizado por la Universidad de Princeton y Armed Conflict Location and Event Data Project (Acled), organización que investiga sobre las protestas alrededor del mundo. Con este panorama en mente, Joe Biden deberá promover una verdadera inclusión de las minorías y trabajar para restaurar la confianza en los cuerpos policiales de una parte importante de la población.
Posicionamiento internacional
Durante su campaña, Biden aseguró que restablecerá los lazos entre Estados Unidos y aliados tradicionales como los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN); con organismos multilaterales como la Organización Mundial de la Salud; y que regresará a tratados para luchar contra el cambio climático como el Acuerdo de París. Pero el verdadero reto lo enfrentará a la hora de establecer una postura frente a China, país con el que desde hace años existe una guerra comercial, arancelaria y tecnológica. Al cierre de este análisis, aún no hay indicios claros que vislumbren cómo será la relación entre Washington y Beijing, al igual que con otras naciones como Rusia, Irán, Corea del Norte, Turquía, Venezuela, Cuba, entre otros.
Menos armas
Otra promesa de campaña de Joe Biden fue tomar medidas para restringir el porte y la fabricación de armas de asalto y cartuchos de alta capacidad, medida que podría afectar a la Asociación Nacional del Rifle, un simpatizante del partido republicano, por lo que lograrlo no será una tarea necesariamente fácil. La iniciativa también espera derogar la ley que protege a los fabricantes de armas de la responsabilidad civil de los productos que comercializan. Para el presidente electo, esta es la forma de reducir el número de personas que mueren al año en Estados Unidos por lesiones de armas de fuego y que ronda las 40.000.
Saber comunicar, otra dificultad o la gran oportunidad
Durante la contienda electoral Joe Bieden prometió gobernar para todos los estadounidenses, una labor compleja si se tiene en cuenta que heredará una nación fragmentada, tal y como lo evidenciaron las elecciones de noviembre de 2020. El presidente electo no solo deberá conseguir la confianza de quienes votaron por Donald Trump a través de mensajes claros e incluyentes, también tendrá que identificar los canales que utilizará, pues de acuerdo con Statitsta, plataforma de datos comerciales, el 42 por ciento de los estadounidenses no creen en los medios de comunicación. Teniendo esto en cuenta, Biden tendrá que aprovechar las redes sociales como Twitter, donde cuenta con cerca de 24 millones de seguidores, e Instagram, donde supera los 15 millones. Es fundamental; la falta de confianza en los medios de comunicación ha llevado a que muchos prefieran las cuentas oficiales de los funcionarios para informarse.